La violencia es el tipo de
interacción entre sujetos que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones
que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan con hacer
daño o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un individuo
o a una colectividad; o los afectan de tal manera que limitan sus
potencialidades presentes o las futuras. Puede producirse a través de acciones
y lenguajes, pero también de silencios e inacciones.
La violencia ha sido un foco de
reflexión permanente desde diversas ópticas y ámbitos disciplinarios, tanto con
propósitos académicos como de intervención social y política destinadas a los
sectores empobrecidos de nuestro país. Ya que la violencia se ha constituido en
un objeto de análisis enfocado exclusivamente a esta parte de la población,
soslayando la violencia de otros sectores y ámbitos institucionales como el
Estado que posee los mecanismos de la fuerza y del poder, legitimados
socialmente para ejercerla sobre aquellos. Esta legitimación, no está carente
de violencia en sí misma, avalada por un instrumental disciplinador como la
educación, los medios de comunicación y la construcción del sentido común.
Antonio Favreau M.
Noviembre 2010.
La violencia no es una práctica
singular, sino plural y diversa, que posee muchas e infinitas definiciones. Sus
denotaciones y connotaciones son múltiples y su práctica posee diversas
intensidades y densidades.
En
tal sentido, la violencia es también una construcción social y política. No
puede ser definida como una práctica exclusivamente individual y psicológica ya
que la aprendemos en nuestros procesos de socialización y endoculturización,
los que, a su vez, son producidos por interrelaciones y dinámicas sociales que
se instituyen como procesos educacionales e instructivos al interior del cuerpo
social.
Los procesos de endoculturización
y socialización constituyen los mecanismos rituales desde donde la familia, la
escuela, el hospital, la fábrica, junto a la policía y el Estado establecerán
el control y la disciplina, dejando su huella en la conciencia social y
personal que configuran el universo simbólico construido culturalmente en común
por el conjunto de la sociedad y consensuados en procesos rituales colectivos.
En esta perspectiva, el rol de la
institucionalidad y del Estado en particular, a quien se le ha otorgado el rol
legitimado de la fuerza y del poder de coerción para su ejercicio en función
del sostenimiento del orden público, aplicándoselo a los que se configuran como
desviados al interior de la propia sociedad, se constituye como autoridad
validada por la sociedad.
Si, el estado es el único legitimado por el
pueblo a ejercer el poder de coerción, ¿Quién faculta a la población a realizar
éstos actos?
Y si, en la Constitución Política
vigente se establece en su Capítulo I, Bases de la Institucionalidad, artículo
1°, inciso 2°, que: "la familia es el núcleo fundamental de la sociedad".
Nos hace pensar, ¿Qué tan corroída, de
acuerdo al daño generado por la violencia, se encuentran la sociedad chilena en
la actualidad, si la familia es de los más dañado en el último tiempo? ¿A quién
corresponde actuar en éste caso? ¿Cómo rompemos este ciclo de violencia?